COCO UNA PELICULA PARA ANIMAR LA MEMORIA

COCO O LA VITAL NECESIDAD DE RECORDAR

Los estudios norteamericanos de Walt Disney y Pixar Animation han estrenado este año una hermosa película de animación, que vale la pena ver.  Titulada “Coco”, cuenta la historia de Miguel, un joven de 12 años que vive en México junto a su familia en una zona rural.  Es un niño inquieto y que tiene una importante inquietud por la música. Sin embargo, no puede oírla ni tocar una guitarra que tiene oculta, porque en toda la familia la música está prohibida, desde que su abuela llamada “Coco” fue abandonada por su padre, un músico y compositor que un día salió de la casa y nunca más volvió. En el día de los muertos, costumbre tan arraigada a las tradiciones de América latina, y que tienen tanta expresión y colorido en México, Miguel, en forma escondida, prepara un “altar de muertos” para su gran ídolo Ernesto de la Cruz: músico y actor ya fallecido en el que se inspira para memorizar acordes y componer.

A pesar de los intentos por evitar que Miguel se acerque a la música, tras visitar el mausoleo de su ídolo, y tocar la guitarra que descansa en paz con él, queda atrapado en el mundo de los muertos. Pero no lo hace solo, sino que acompañado de su perro Dante. En su viaje a la ciudad de los muertos conocerá a sus antepasados, y estos tendrán que ayudarle a salir del inframundo pues no es un lugar para un vivo.

La tensión de la película se va produciendo por el olvido de la memoria de un muerto por parte de Coco, la vieja abuela. Aquí se halla uno de sus principales argumentos y que es el que nos interesa destacar: En la memoria, es decir, en el recuerdo de los vivos, radica la vida de los muertos.

Sin memoria la vida se extingue. Recordar tiene un valor esencial, no sólo para resguardar una costumbre, sino para que esta sea siga siendo esencial en la comprensión de la propia vida.  En la medida que la memoria está viva y acompaña a la persona y se transmite en la familia, en la comunidad, todos están vivos y en capacidad de comunicarse unos con otros.

A partir de esta “memoria de los muertos” vivida con las costumbres de México, se nos introduce en el valor del recuerdo, y el vínculo que se establece entre la memoria y el rito. Sin memoria el rito se vuelve vacío. La memoria de lo vivido, compartido, de la historia de otros que es también nuestra, se fortalece cuando el rito dispone todo para que la memoria sea llamada a su “re-creación” en la fiesta. Memoria, rito y fiesta se potencian mutuamente para contribuir a una identidad que se mantiene firme en el tiempo.

Las costumbres latinoamericanas de la fiesta de los muertos, son una imagen de esa identidad que se ve fortalecida, cuando a fines de octubre todo se va disponiendo para ese “encuentro” tan necesario para los vivos y los muertos. Por ello que se hace necesario cuidar con esmero los ritos, porque sólo bien ejecutados establecen el puente por donde pueda transitar nuestro pasado y presente. El rito contribuye a lo esencial: A despertar las razones de por qué celebramos. La memoria nos dice por qué y para qué, y en ese recordar, se actualiza y hace fuerte nuestra identidad. Una comunidad sin memoria tiene el olvido como sentencia.

“Coco” es una película que conviene verla. Como Museo la recomendamos a cuantos andamos buscando que nuestras costumbres y nuestra identidad se fortalezcan en un mundo que amenaza con transformarlas, donde imperan otros intereses que escapan de ese primario y esencial fundamento: la memoria de un pueblo que camina junto a él, uniendo vida y fe, arraigados a lo que han sido, a lo que son; y con esperanza a lo vamos a ser.